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LOS VIÑEDOS DEL
SOTO
En el Parque Natural
de las Batuecas, en
el sur de Salamanca,
donde los aires
castellanos se
entremezclan con los
extremeños, crecen
centenarias viñas
que se empapan cada
día del aroma de
distintos árboles
frutales. Son viñas
aferradas a las
escarpadas laderas
de pizarra donde
cohabitan con
cerezos y olivos. Es
difícil recordar
quien las plantó
pues a mediados del
siglo pasado llegó a
haber hasta 2000
hectáreas de viñedo.
El vino del Soto
desde tiempos
remotos ha tenido
una gran fama que lo
caracteriza por su
gran calidad y
variedad. Las
viñas del término
del Soto están
situadas en las
laderas, a la
solana, lo que
permite que la uva
consiga un perfecto
grado de madurez,
ideal para la
elaboración de
nuestros caldos
inspirados en la
variedad rufete,
tempranillo y
garnacha.
Sus viñedos lo han
convertido en famoso
en toda la Sierra,
afrutado, suave y de
agradable paladar,
es algo sorprendente
en estas latitudes
la graduación,
llegando incluso a
superar los 16º, por
ello es muy cotizado
y no en balde
consiguió, en una
exposición en
Barcelona en el
año 1929, una
MEDALLA DE ORO.
Tradicionalmente la
vendimia era
una de las
costumbres vitales
de nuestro pueblo.
Cuando llegaba
septiembre,
prácticamente, todo
el pueblo se ponía
manos a la obra. Las
caballerías
realizaban el
trabajo pesado de
cargar con la uva en
banastos, para ser
llevada a la bodega,
y, en los lagares,
se pisaba y se
obtenía el famoso
vino de la tierra.
Con el paso del
tiempo todo fue
mecanizándose, y,
actualmente, la uva
se lleva a la
cooperativa
hortofrutícola para
su venta. Algunos
particulares dejan
toda o parte de su
producción para
elaborar su propio
vino.
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Elaboración
La vendimia se
realiza a finales de
septiembre, de
viñedos con más de
60 años de
antigüedad. Se
realiza una
maceración
acompañada de una
fermentación a 22º
C. durante 17 días,
al cabo de los
cuales se descuba, a
lo largo de 28 días
hace su fermentación
monoláctica.
Cada vez que se hace
un trasiego, las
cubas son lavadas
con agua muy
caliente, para ello
se emplea una
máquina que calienta
el agua a más de
100º C, esto hace
que el poro de la
madera se abra y se
eliminen las
impurezas. Con uvas
de la variedad de
Tempranillo, Rufete
y Garnacha se
elaboran dos clases
de vino:
También hay otros
muchos maestros
cosecheros que se
dedican a la
elaboración de vino
de gran calidad para
su uso propio. |
LA VIÑA EN SOTOSERRANO
La viña donde se
recolectan las uvas requiere un
trabajo bastante duro, ya que
hay que prepararla muy bien, y,
cuidarla bastante, para evitar
la posible pérdida del fruto.
Una vez caídas las hojas hay que
podar las parras (sarmentar).
Los mañizos se recogen y se
queman o se guardan y se llevan
para casa porque sus brasas son
excelentes para asar unos
trocitos de carne. Para evitar
que las parras se hielen se les
corta un trozo antes de la
primavera y así se retarda la
floración. Hay que arar la viña
cuando tiene hierba, y, cuando
ya tiene hojas pequeñas, hay que
azufrarla con viento en calma y
siesta de calor para que coja
mejor el azufre. Después se le
quitan los pámpanos, se llama
despampanar, para que corra el
aire mejor entre las hojas y
finalmente se sulfatan. Hay que
sulfatarla enseguida, en cuanto
se moja la hoja y sale el sol, o
cuando hay mucha humedad. Todo
ello para evitar posibles
enfermedades y hongos que atacan
a la vid como es el mildeum.
Antiguamente el sulfato se hacía
de la siguiente manera: Los
cubetos de madera se ponían en
las calles y se llenaban de agua
para hacer el sulfato. El
sulfato (era una especie de
piedra azulada), se metía en un
trozo de saco atado y se colgaba
dentro de la cuba. Una vez que
el sulfato estaba blando, se le
echaba por la mañana cal desecha
a los cubetos, y, con esta
mezcla curaban las parras. La
mezcla se echaba en cantaras de
barro y éstas se ponían en
aguaderas de esparto, para que
el acarreador lo llevara a la
viña y así poder sulfatar.
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Tareas que preceden a la
vendimia
Una de las tareas más
importantes que se realizaba
tradicionalmente para cuando
llegara la vendimia era la que
se conocía como ¨aguar los
cubetos¨ o ¨hinchar las cubas¨,
que consiste en llenar de agua
los recipientes en los cuales
luego se piense depositar el
vino. En el supuesto caso de que
no se fueran y no fuera
necesario empaparlas de agua,
simplemente se procedería a
dejarlas en la bodega, ya que de
lo contrario si el daño en ellas
fuera grande, tendrían que ser
sacadas a un arroyo o colocadas
al lado de alguna fuente hasta
que se hincharan al máximo.
Las cubas antes ocupadas por el
vino estarían sucias y
desprenderían mal olor; serían
fumigadas con azufre, al que se
depositaba en un recipiente e
introduciéndolo luego en la
cuba, que con el efecto del
mismo quedaría totalmente tersa.
Las cubas están compuestas de
varias piezas. Las ¨petronillas¨
son los arcos o aros de hierro.
Las ¨leguas¨ son las maderas
horizontales. Las ¨lunas¨son las
maderas verticales unidas todas
ellas en unas juntas que reciben
el nombre de ¨argalleros¨, que
están unidas a la vez a las
¨leguas¨. Las cubas solían ser
de madera de roble, que son las
que mejor vino hacen. Otro tipo
de madera usado era el quejigo.
Fabricación del vino casero
de Sotoserrano
Primero se vendimiaba la viña,
para ello se cortaba la uva y se
echaba en banastos de mimbre,
los cuales eran colocados a
hombros de una caballería para
su desplazamiento hasta el
lagar.
El vino antiguamente se
elaboraba en los lagares. Encima
del lagar se ponían unas tablas
donde las uvas recién cortadas y
traídas, se echaban. Los
vendimiadores descalzos pisaban
la uva. El jugo de la uva caía
al lagar y todo lo que quedaba
encima también se echaba dentro
del lagar (orujo, racimos..). En
el lagar se dejaba cocer y
reposar de tal forma que al
dejar de cocer bajaba un poco su
volumen. Después se mostaba
(después de haber cocido, el
vino pasaba a la cuba), para
ello se introducía un cesto con
una goma de boca ancha y por el
cesto se filtraba el vino libre
de impurezas y por la goma el
vino pasaba a una cuba. En la
cuba solía tenerse por un
periodo de 12 o 14 días donde
también cocía algo. Después se
trasegaba (el vino se pasaba de
la cuba a las garrafas o vasijas
pequeñas) con el fin de dejarlo
libre de cualquier impureza que
aún le quedara. El trasiego se
realizaba cuando el tiempo
estaba bien asentado. El vino ya
limpio estaba preparado para su
venta. Se vendía en pellejos de
cabra que hacían una capacidad
de 4 o 5 decalitros.
Como curiosidad: cuando el vino
se cogía de la cuba para el
consumo diario, se le metían
gorrones del río a la cuba, para
evitar así que se picara, es
decir, que se estropeara.
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IMPORTANCIA DEL VINO DEL SOTO
Desde siempre, en
fin, el vino producido en
Sotoserrano ha sido ponderado
por los diversos autores que han
tratado acerca de los cultivos
en la Sierra de Francia.
González Martín afirmaba, en
1866, que dicha localidad
producía vino abundante y de
gran calidad, conceptuándolo
como el mejor de toda la
comarca. El citado autor hacía,
además, una alusión al aceite
fabricado en Sotoserrano,
diciendo que era ¨muy delicado¨.
En Sotoserrano moraban e incluso
tenían casas y bodegas,
viñadores de La Alberca. Toda
esta zona tenía fama de ser la
productora de los mejores vinos
de aloque (mezcla de tinto y
blanco), como ya ha señalado el
P. Hoyos.
El investigador Rodríguez de
Arzúa, señala que la máxima
producción de vino, en
Sotoserrano, en los últimos
siglos, correspondió al año
1824, con una producción de 3662
cántaros, superando, así, la del
año 1804, en que llegó a 3249
cántaros.
El aguardiente es otro de los
productos de calidad obtenidos
en Sotoserrano. En el año 1748,
dicho núcleo de población
pagaba, en Plasencia, setenta y
cinco reales de vellón y
veintiséis maravedíes, en
concepto de la denominada Renta
del Aguardiente, impuesta por
orden del Corregidor de dicha
ciudad.
Se promulgaron unas ordenanzas
en Sotoserrano en el año 1748, y
algunas de ellas estaban
referidas a la vendimia. En
ellas se ordenaba que durante la
vendimia los amos de los perros
del pueblo, ataran a éstos
debidamente y los retuvieran en
sus casas respectivas,
sancionando la contravención con
una multa de doce maravedíes por
cada perro que los guardas
encontraran sueltos por calles y
caminos.
El paso de tropas francesas por
Sotoserrano, durante la Guerra
de la Independencia, aparece
reflejado en los asientos de los
libros de cuentas de la iglesia
parroquial del pueblo, donde se
hallan consignadas diversas
cantidades de dinero destinadas
para el suministro de los
soldados, entre los años 1808 y
1812. Así, en 1808, Antonio
Martín, a requerimiento de la
Justicia, hubo de dar vino, por
importe de mil seiscientos
ochenta reales, para el
abastecimiento de las tropas
francesas.
En una de las referidas
anotaciones, correspondientes al
año 1809, se señala incluso que
fueron siete mil hombres que
integraban las tropas
susodichas, las cuales
permanecieron durante algún
tiempo en Sotoserrano. En
aquella ocasión, los alcaldes
del lugar, Francisco González y
Martín Gómez, exigieron al
mayordomo de la iglesia la
entrega de vino para suministro
de dichas tropas, lo que importó
un total de cuatro mil
seiscientos veinte reales.
El vino junto a las aceitunas y
otros productos estaban sujetos
al pago de diezmos a partir del
siglo XVIII.
Tanta era la importancia del
vino en esta comarca serrana que
incluso en las coplas populares
se mienta al vino. Del vino se
dice:
Vino que del cielo vino
y en el cielo vino no,
en la hostia consagrada
y en el cáliz nuestro Dios.
¡Oh!, vino pontifical,
dime dónde te has criado.
Yo me he criado en la cepa,
de una parra me cortaron,
me echaron en un lagar
y, a puntapiés y a patadas,
allí las tripas me echaron.
¡Calla, calla, parlanchín!
que eres juez de convicciones,
por donde quiera que vas,
no faltan conversaciones.
Sube la cuesta,
baja la cuesta,
y bebe, Benito,
que poco te cuesta.
A las mozas soteñas, se las
menciona, irónicamente, en los
siguientes términos:
De Sotoserrano,
son las hermosas,
que son las cubas de vino,
que no las mozas.
Es el pueblo de Sotoserrano, si
lugar a dudas, uno de los pocos
que aún mantienen constante la
tradición de la vitivinicultura.
En realidad, según cuenta
Gabriel Calvo, en la revista de
Folklore sobre la Sierra de
Francia, no se sabe si la
intención del creador de este
refrán fue su menester el alabar
con creces el vino del Soto,
debido a su excesiva vinolencia
(que existió), o que algún
asunto de amores fuera la causa
que motivó el desprecio hacia
las mozas del lugar y
preferencia e inclinación por el
vino.
Las fiestas y meriendas siempre
se celebraban con el buen vino
de Sotoserrano.
Otro de los refranes bastante
utilizado por los lugareños de
esta localidad salmantina:
Las buenas mujeres,
el buen vino y el buen jamón
de Sotoserrano son.
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PRODUCTOS OBTENIDOS DE LA UVA
En Sotoserrano se
obtiene de la uva, el vino,
el aguardiente y el
vinagre.
El vino:
Es una bebida resultante de la
fermentación alcohólica parcial
del zumo de uvas sin la adición
de otras sustancias. El vino
tiene diferentes usos, desde su
uso como bebida, pasando por
usos culinarios y hasta
religiosos. Cada vino depende de
su color final (vinos tintos,
blancos o rosados), de su nivel
de azúcar (vinos secos o
dulces), de su origen
geográfico.
El Aguardiente:
Es una bebida alcohólica de alta
graduación destilada del orujo.
En Sotoserrano tradicionalmente
se hacía gran cantidad de
aguardiente aprovechando el
hollejo de la uva y se realizaba
con la Alquitara: Aparato para
destilar o separar por medio de
calor una sustancia volátil de
otras más fijas. La Alquitara
consta de la olla y el perol. La
olla que es la parte de abajo se
colocaba en dos trozos de
cantería al fuego. Se le echaban
5 o 6 litros de agua en el
hondón de la olla. El hollejo de
la uva se desmenuzaba con la
mano, y, se le echaba a la olla
un poco, para que no se pegara
el contenido. La olla se llenaba
con tres partes de orujo (es lo
que queda cuando se hace el
vino, es decir, el racimo
machacao o pisao, llamado
también vascujo). La olla se
ponía a cocer y cuando empezaba
a salir el vapor se le ponía
encima el perol. El perol se
llenaba de agua fría. El perol
tiene un caño de salida y allí
se ponía una vasija para recoger
el aguardiente.
El agua del perol se cambia sin
dejar que se caliente. Cuanto
más fría esté el agua el
aguardiente que salga tendrá más
grados que si está más caliente.
*IMPORTANTE: El medio cuartillo
que mana en el primer momento se
desecha. Normalmente el
aguardiente que vale es, desde
que empieza a hacer gorgoritos
hasta que deja de hacerlos. Una
vez que ya no los haga, ese
aguardiente no vale.
Las uvas que más aguardiente
suelen dar son la Temprana,
Miura, Pedro Ximénez.
El aguardiente constituye el
producto base, obtenido de la
destilación directa. Está
acompañado por un agradable
aroma y buen paladar. Se toma
bien a temperatura ambiente para
apreciar su aroma o en copa
fría.
El vinagre:
Es un líquido miscible, con
sabor agrio, que proviene de la
fermentación acética del vino.
En Sotoserrano se dice: "el vino
cuando se pica se convierte en
vinagre", es decir, el vino al
aire se estropea y es cuando se
obtiene el vinagre.
Se utiliza en gastronomía
principalmente junto con el
aceite para aliñar verduras y
vegetales en ensaladas. Es una
pieza clave en los escabeches,
los marinados y los encurtidos.
Uso medicinal: Tiene
algunas propiedades medicinales
debido a su acidez; por ejemplo,
actúa bien contra la hinchazón
de la piel provocada por la
picadura de algunos insectos, si
se aplica vinagre en la zona que
picó el insecto. Es también un
remedio contra la irritación que
provoca la medusa de mar, su
aplicación sobre la zona
irritada descongestiona
notablemente la picazón.
Aplicados en el baño suavizan la
piel, calman los músculos
doloridos y alivian las
irritaciones de la piel
producidas por quemaduras.
También se usa como artículo de
limpieza para limpiar la
superficie de los cristales y
como repelente de mosquitos.
Debido a su carácter ácido,
reacciona con el Carbonato
Cálcico por lo que también es
usado para la limpieza de cal en
pequeños electrodomésticos como
cafeteras.
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SALUD
El consumo
mayoritario del vino se suele
hacer como bebida. El empleo del
vino como medicina se remonta al
antiguo Egipto, donde se
empleaba como infusión de
diferentes hierbas medicinales.
Hipócrates menciona su uso como
desinfectante de las heridas.
Galeno ilustra ejemplos de su
uso en medicina como tonificante
y estimulante de la digestión.
Contrario a la opinión errónea
de algunos, las bebidas
alcohólicas no son estimulantes
mentales, sino que, en realidad,
son sedantes y calmantes del
sistema nervioso central. El
consumo excesivo y prolongado es
claramente perjudicial, mientras
que el moderado puede causar
ciertos beneficios saludables.
La ciencia médica intenta
investigar la frontera entre el
consumo perjudicial y
beneficioso. La frontera es un
consumo por debajo del intervalo
que va desde los 250ml/día hasta
los 300 ml/día (un tercio de una
botella estándar de 750 ml) para
una persona adulta de media de
70 Kg.
El consumo frecuente del vino en
dosis elevadas ocasiona lesiones
tisulares (especialmente en el
sistema nervioso central y el
hígado) siendo en este caso,
como otras bebidas alcohólicas,
un predisponente para la
cirrosis y carcinomas.
Sin embargo, en dosis muy
moderadas incrementa el apetito,
favorece el sistema circulatorio
(inhibe la formación de trombos)
y, especialmente al corazón
disminuyendo el llamado
colesterol malo (LDL) e
incrementando el HDL, el llamado
colesterol bueno. Ha sido usado
extensamente en el tratamiento
de enfermedades del sistema
digestivo, siendo
particularmente provechoso en la
anorexia, la hipoclorhidria sin
gastritis y la dispepsia
hiposténica.
El contenido del tanino y las
propiedades antisépticas ligeras
del vino son muy importantes en
el tratamiento del cólico
intestinal, la colitis mucosa,
el estreñimiento espasmódico, la
diarrea y muchas enfermedades
infecciosas del sistema
gastrointestinal.
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